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"Abandona uno noqueado, felizmente aturdido las páginas de El colibrí blanco, la nueva novela de Esteban Gutiérrez, sacudido por una narrativa magistral que desbroza, a camino entre una prosa de trinchera y la iluminación lírica, nuestro episodio histórico más trágico, aportando una visión personal y caleidoscópica de los espectros emocionales en que se convirtieron los represaliados, de los caminos inusitados y justos que la redención tendría que encontrar para algunos de ellos en alianza con el tiempo. Antonio Menéndez Seoane, "el Carnicero" es, quizá, uno de los personajes más arrebatadores y de trazo más escalofriante que he tenido la suerte de poder disfrutar en mucho tiempo"
Miguel Ángel Zapata
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...Leyéndolo me ha recordado a un Manuel Rivas de la meseta castellana (como elogio lo digo y espero que así lo entienda el autor). Me ha gustado más que El Laberinto de Noé y es una buena incursión en el terreno de la novela...
No sorprende que Esteban Gutiérrez Gómez(agujerito báquico en la Niebla) dedique parte de su tiempo a enseñar las artes del cuento... No conozco a sus alumnos pero sí doy fe de su maestría a la hora de pergeñar un relato...(...)...El personaje central, Antonio, y suscribo las palabras de Miguel Ángel Zapata en la contraportada del libro, es memorable, impecablemente construido... humano... con sus contradicciones, su instinto de supervivencia... Personaje que crece en la mente del lector, se engarza con ella, con sus vivencias, las decisiones difíciles en una época difícil... todo ello descrito con una sencillez que es harto complicada de plasmar en las ochenta y pocas páginas del libro... y por ello, y no divago más, con la gran maestría en la utilización de los silencios, las pinceladas, los cambios temporales... las respuestas a preguntas que ha de dar y se da el lector cuando cierra el libro y éste sigue creciendo en su mente...Espero, Esteban, que algún alumno tuyo sepa asimilar lo que les enseñas... andamos necesitados de más voces como la tuya... voces que no juzguen ni dicten sentencias interesadas... voces que expongan unos hechos desde la mente y desde las entrañas, que lleguen a los lectores para que estos ejerzan en sus adentros el derecho y la obligación de forjarse una opinión propia... de conocer y conocerse para que nunca, nunca más nos veamos impelidos a vivir épocas como la que tan bien describes en El colibrí blanco...A mirar y captar todos los detalles como tan bien haces no se puede enseñar... eso se tiene o no se tiene... El colibrí blanco, Esteban Gutiérrez Gómez Editorial Drakul, 2009 (agujerito por donde silbas y en un momentito en tus manos estará)
...entre estas páginas he encontrado a un escritor de buen hacer, que ha sabido manejar muy bien el lenguaje del vino, de los sentimientos, de la camaradería y el de los secretos. Una vez más, Esteban Gutiérrez ha propuesto un juego al lector, dejando que él mismo encaje las piezas, tome sus propias conclusiones y disfrute paladeando el texto. La historia que se nos muestra, humana y altruista, puede haber sido la de muchos otros hombres y mujeres, tal vez diferente, pero igual de impresionante y creíble, de las que pudieron transcurrir en los pueblos de España durante la Guerra Civil.
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Artículo de Francisco Cenamor sobre la novela corta de Esteban Gutiérrez Gómez ‘El colibrí blanco’ para Asamblea de palabras Son muchas las maneras en que, afortunadamente, los narradores y narradoras han encarado su labor. Pero reconozco que en los últimos años siento debilidad por aquellas narrativas que huyen de la linealidad, que se componen de diversos retazos que, juntados todos (o sea, leídos hasta el final), recomponen la historia que el autor o autora pretenden contarnos.Es el caso del largo relato (o novela corta, pues debe de estar en la frontera) de Esteban Gutiérrez Gómez que lleva por título El colibrí blanco (EH Editores, Cádiz, 2009). Y las fuentes de las que bebe la historia que nos cuenta son muchas para una narración tan corta, lo que da cuenta del trabajo que el autor ha realizado: momentos de la época en que suceden los acontecimientos que dan al relato su trama, momentos cuarenta años posteriores, cartas enviadas en el transcurso de esos años, documentos policiales y judiciales, una lista de nombres inscrita en un tonel de vino…Y tantas fuentes para contarnos que Antonio, una especie de gurú castellano, recio y seguramente calado de boina, que encandila con su buen vino a una pandilla de amigos de postreras generaciones, tiene un oscuro pasado en el periodo en que aconteció la Guerra Civil española. Oscuro o quizá no tan oscuro. Salvador o villano, asesino despiadado o reo de las circunstancias, afortunadamente Gutiérrez Gómez no trata de convencernos de si es un personaje bueno o malo: añade complejidad al juego y deja que cada cual decida por sí mismo.
“El colibrí blanco”, es entre otras muchas cosas un libro sobre la amistad. La amistad entendida como antaño, incluyendo la lealtad y todos esos arcaísmos que están tan lejos de la individualidad y los intereses personales de hoy en día. La amistad vivida alrededor de una mesa y un buen vino, con fechas marcadas en el almanaque y encuentros casi sagrados. ¿Tan lejano nos queda “El colibrí Blanco”? parece que sí ,pero no es culpa del autor que rodea una historia hermosa de un hermoso estilo narrativo, cuidado, con el mismo mimo que pone en la construcción de sus personajes. Advertencia: “El colibrí blanco” da hambre y sed y en su lectura es recomendable acompañarse de un plato de ibéricos y un buen Ribera, por supuesto el libro no desmerece unas lonchas de jabugo. Hasta ahora lo he llamado libro, difícil cuestión decidir si estamos ante un cuento largo, una novela corta o qué pero, como el autor reconoce, la técnica es de relato y como tal construye Esteban Gutiérrez esta historia. Inteligente en los saltos temporales, los capítulos como escenas cortas, casi flashazos, los datos intermitentes que van cuadrando poco a poco. Todo eso sabe a cuento, a perfecto dominio de la trama. El autor utiliza los silencios, deja lagunas para la imaginación del lector y así economiza en explicaciones. Algo tan moderno para una historia con sabor a pueblo…A pesar de ser un texto no muy largo, contamos con epístolas, documentación oficial, listas incompletas de nombres, pistas, todo un muestrario de piezas literarias a las que Esteban G. es tan aficionado. Y luego todo encaja para satisfacción del lector que vuelve a la primera página y repasa con cariño esa lista de nombres incompletos pero ya tan entrañables…
Lírica, entrañable, magnética y más que recomendable es la novela corta de Esteban Gutiérrez Gómez, El colibrí blanco (EH Editores, 2009), que debe leerse de un tirón y con una buena botella de vino cosechero al lado... Maquis, guardias civiles, exiliados, porrones, bodegas, guerrilleros, evadidos, zulos, catas, cubas y reencuentros dulces y amargos son los pilares de esta sorprendente narración, equilibrada y brillante como un buen vino...
Este es un fragmento de “El colibrí blanco”, el segundo libro del escritor Esteban Gutiérrez, finalista del premio Felipe Trigo de Narración Corta 2008 y primera apuesta de EH en su recientemente inaugurada colección de narrativa. No habría podido, la editorial, tener mejor acierto. Que el autor ama a las letras y las letras le aman, es un hecho irrebatible.Si buscáis el placer consumista de etiquetar, y tenéis esa necesidad imperiosa y os digo desde ya, absurda, de clasificarlo todo y meterlo en un bote y mirarlo, lo vais a tener difícil con Esteban. Lo bueno es genuino y no se parece a nada, y “El colibrí blanco” carece de etiquetas, no podemos afirmar que se trate de una novela, ni de un cuento largo, sino que como él mismo confiesa, se trata de una mixtura donde el lector, debe terminar de hornear la masa en su cabeza.Así, se suceden saltos de tiempo, se inmiscuye como otro personaje más de la historia el género epistolar, encontramos informes policiales y muchas más sorpresas, que conforman un gran rompecabezas ciertamente exquisito.
... Este libro fue Finalista del Premio Felipe Trigo de Narración Corta 2008. Y con todo merecimiento. Una historia breve, pero con mucha historia y , muy larga, y muy dura, detrás. Dominio perfecto de la técnica. Capítulos breves, impactantes. Esta historia podía haber sido perfectamente real. ( Estoy seguro que han habido en este país muchos ANTONIOS MENÉNDEZ SEOANE, muchos "CARNICEROS" en apariencia, pero ángeles para sus hermanos, para sus compañeros y vecinos. Es un libro editado en EH NARRATIVA. Es un libro que te atrapa y que no puedes dejar de leer hasta el final.
En su labor como crítico literario, Leopoldo Alas “Clarín”, al analizar los personajes de la novela, distingue entre personajes «tipo» y personajes «carácter». Los primeros representan una idea, no evolucionan ni cambian, y los segundos son los que están en continuo proceso de transformación, no son marionetas, sino que poseen vida propia dentro de la novela. Obviamente, son estos los que le interesa estudiar. Sin duda, Antonio Menéndez Seoane, personaje principal de «El colibrí blanco», habría sido encuadrado por Clarín en esta segunda clase de personajes. Escribe Miguel Ángel Zapata en la contraportada del libro que Seoane es “quizá, uno de los personajes más arrebatadores y de trazo más escalofriante que he tenido la suerte de poder disfrutar en mucho tiempo”. Y es cierto, porque Seoane rebosa humanidad en cada línea que ocupa en el texto, humanidad en sentido pleno, con toda su complejidad, algo que el lector va descubriendo a medida que la narración avanza.Porque «El colibrí blanco» cuenta la historia de Seoane, pero a la vez, es una fotografía de un tiempo difícil para muchos, huyendo de maniqueísmos, pues en la vida real de las personas anónimas, no están tan claros los límites entre el blanco y el negro, siendo el gris de la duda el que lo impregna todo. Del heroísmo a la atrocidad sólo hay un paso.
No pocas concepciones nacionales e ideologías patrias se elevan sobre el monolito de una trágica fecha. Y no poca literatura bebe de tales cronologías a la búsqueda de una identidad colectiva que dé su esencia a tal o cual pueblo. El 17 de julio de 1936 comienza el siglo XX para la España aún finisecular, aún agraria, aún imbuida de la tradición que confrontaba un liberalismo ingenuo con el azote de los tradicionalistas, dicotomía que los alzados contra el orden constitucional republicano dinamitaron definitivamente en ese verano trágico del 39. Los intentos recientes de nuestra literatura (pienso en la obra del joven Isaac Rosa o en la espléndida Los girasoles ciegos de Alberto Méndez) han pretendido un revisionismo narrativo que aparcara las visiones maniqueas o sentimentales del conflicto armado y la posguerra maqui o nacionalcatólica. En esta línea renovadora y profundamente novedosa abría que incluir la segunda obra del escritor madrileño Esteban Gutiérrez, El colibrí blanco, novela breve finalista del prestigioso certamen Felipe Trigo en su edición de 2009. Armada mediante una compleja y sutilísima arquitectura coral, El colibrí blanco revela la extraordinaria capacidad de Gutiérrez para el arriesgado equilibrio entre la elipsis y la revelación. Trabando magistralmente diferentes instancias temporales (la España rural durante el conflicto bélico, el penoso exilio y el goteo de los retornos en los albores de la democracia), el autor traza un escenario de espectros que recuerda a los osarios de Rulfo y Luis Mateo Díez. Sin embargo, y a diferencia de éstos, Esteban Gutiérrez huye de la concepción fantástica para penetrar en un singular sustrato realista (igualmente alejado del costumbrismo al uso) que se recrea en la existencia condenada de los personajes, vivos pero fatalmente zarandeados por el destino, fantasmales en su azaroso caminar.